¿Se puede decir que los alimentos son medicamentos?
Existen muchas posibilidades de utilizar los alimentos como medicamentos para prevenir y tratar afecciones gastrointestinales (GI) comunes, como el reflujo y la distensión abdominal, según un artículo escrito por gastroenterólogos de University of Miami Health System.
“En el cuidado de la salud, mucho de lo que hacemos es tratar los síntomas”, afirma Michelle Pearlman, M.D., gastroenteróloga y coautora. “Suelo tener la sensación de que, como médica, me dedico a tratar síntomas o enfermedades y no tanto a prevenirlos en primera instancia. En realidad, la atención de la salud debería consistir en fomentar la salud y prevenir enfermedades”.
El artículo fue redactado por la Dra. Pearlman, Andres F. Carrion, M.D., y Justin J. Forde, M.D., y se publicó en The American Journal of Gastroenterology en diciembre de 2020.
En él, se analiza un enfoque fundamentado en el que se proponen modificaciones alimentarias fáciles de aplicar en la práctica clínica, según indicaron los autores, para tratar afecciones de la porción alta del aparato digestivo.
Los alimentos pueden provocar síntomas gastrointestinales
Los síntomas gastrointestinales no se producen porque hay algo estructuralmente incorrecto en el cuerpo de las personas, sino que suelen deberse a lo que estas comen y beben, así como a la forma en que lo hacen.
La situación es similar a lo que sucede cuando un paciente toma un medicamento y tiene un efecto secundario relacionado con este. Si el paciente deja de tomar el medicamento, es probable que el efecto secundario desaparezca. Debería producirse un cambio de comportamiento similar cuando un alimento o una conducta alimentaria provocan malestar gastrointestinal, como distensión abdominal, molestia estomacal o reflujo.
“Lo que tendemos a creer que son conductas alimentarias normales basadas en normas sociales y culturales a menudo está muy lejos de lo normal”, afirma la Dra. Pearlman. “Cuando salimos a comer, comemos raciones cuyo tamaño es el doble, el triple o el cuádruple de una porción y, después, nos sentimos distendidos o corremos al baño porque tenemos diarrea. Culpamos a nuestro cuerpo por hacernos la contra cuando, en realidad, muchas veces, la culpa es de los alimentos, los productos químicos artificiales y las raciones grandes. También tendemos a mantener determinadas conductas alimentarias que pueden aumentar la deglución excesiva de aire, como hablar mientras comemos o consumir bebidas carbonatadas”.
Los médicos deben obtener información cultural, socioeconómica y de la conducta de cada paciente. De esa manera, según señala el artículo, pueden crear un plan más personalizado destinado a modificar la alimentación y el estilo de vida para aquellas personas que presentan síntomas gastrointestinales.
Los pacientes con síntomas gastrointestinales deben llevar diarios alimentarios manuales o electrónicos que incluyan el registro de cuándo se producen sus síntomas y cuáles son.
“El diario alimentario es sumamente útil. Permite a los médicos buscar patrones y hacer recomendaciones personalizadas basadas en esas correlaciones”, afirma el Dr. Pearlman.
Algunas conductas comunes pueden causar síntomas en la porción alta del aparato digestivo.
“No se trata solo de lo que comemos, sino también de la forma en que lo hacemos”, afirma. “Si nos devoramos la comida durante la pausa del almuerzo y sentimos distensión abdominal, puede que no tenga nada que ver con los alimentos que acabamos de ingerir, sino que puede deberse a todo el aire que tragamos en exceso por comer tan rápido”.
Como ejemplo de los conceptos erróneos más comunes, la Dra. Pearlman menciona la gaseosa a base de jengibre (ginger ale) para calmar el malestar estomacal.
“Una de las quejas que recibo es la distensión abdominal. A veces, se debe a que los pacientes beben toneladas de gaseosa a base de jengibre pensando que les aliviará los síntomas”, dice. “El jengibre fresco se puede utilizar para aliviar los espasmos musculares y puede ayudar a algunos pacientes con cólicos intestinales o malestar estomacal. No obstante, la gaseosa a base de jengibre no suele contener jengibre real. Lo que tiene es mucha azúcar y burbujas. Eso nos hace eructar, y pensamos que nos está ayudando a aliviar el gas cuando, en realidad, los eructos se deben a la gaseosa que acabamos de consumir”.
El objetivo de todos los profesionales de la salud debería ser incorporar el asesoramiento sobre alimentación y estilo de vida como tratamiento de primera línea. Según los autores, solo deberían recurrir a los medicamentos cuando los síntomas de un paciente son intensos o no mejoran con medidas más conservadoras.
¿Qué sigue?
La Dra. Pearlman y sus colegas están diseñando un estudio que analizará a los pacientes hospitalizados con enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa. Los investigadores están creando un menú antiinflamatorio y evaluarán si el consumo de alimentos antiinflamatorios y la eliminación de alimentos que promueven la inflamación tienen un efecto sobre los síntomas.
Escrito originalmente por Lisette Hilton para Inventum. Adaptado para UMiami Health News.
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Tags: colitis ulcerosa, Dra. Michelle Pearlman, enfermedad de Crohn, gastrointestinal