Aprender a vivir con el síndrome de las piernas inquietas
Si duerme bien con regularidad, es posible que lo dé por sentado. Sin embargo, entre el 7 % y el 10 % de los estadounidenses con el síndrome de las piernas inquietas (SPI) no tienen tanta suerte.
Si tiene SPI, la hora de acostarse suele ir acompañada de una necesidad irresistible de mover las piernas. ¿Cuál es el resultado? Muchas vueltas en la cama y poco sueño.
Comprensión del SPI
Los síntomas del SPI no solo pueden perturbar el sueño y otros aspectos de la vida cotidiana, sino que algunos casos no pueden curarse. Incluso la causa es un poco misteriosa.
Según el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares, el SPI puede tener un componente genético. Tiende a ser hereditario. Otras afecciones médicas, como la enfermedad renal terminal, las lesiones nerviosas y, a veces, el embarazo, pueden venir acompañadas del SPI como una afección conjunta. La deficiencia de hierro, la administración de algunos medicamentos, el alcohol, la nicotina y la cafeína también pueden contribuir a la aparición del SPI.
El SPI puede variar en gravedad.
También puede confundirse con otras afecciones médicas, lo que, a veces, puede dificultar el diagnóstico. Ihtsham Haq, M.D., neurólogo y jefe de Trastornos del Movimiento del University of Miami Health System, afirma que los pacientes y los médicos deben buscar los signos y síntomas correctos.
“En el caso de las enfermedades neurológicas, la información más valiosa será siempre la que salga de la boca del paciente. El SPI no es una excepción”, afirma el Dr. Haq.
“Los pacientes informan una profunda necesidad de mover las piernas sin, por lo general, quejarse de calambres, hormigueo o entumecimiento. Esta necesidad se agrava con la inactividad y se alivia parcial o totalmente con el movimiento”.
A veces, el SPI puede llegar a ser tan grave que afecta el movimiento diurno del paciente, pero esto es menos frecuente. “Hay personas a las que el SPI les provoca una importante discapacidad diurna”, afirma. “Sin embargo, para la mayoría de las personas, el problema es la dificultad para conciliar el sueño y permanecer dormido que causa”.
El insomnio y otros trastornos de sueño son algunos de los principales problemas que surgen del SPI. Según la Fundación Nacional del Sueño, el 88 % de las personas que padecen SPI manifiestan, como mínimo, un síntoma relacionado con el sueño.
¿Cuáles son las buenas noticias sobre el SPI?
A menudo, puede controlarse a veces con medicamentos, estrategias de autocuidado y otros tratamientos. Y si el SPI se debe a una deficiencia de hierro, puede incluso curarse. “A menudo, una anemia por deficiencia de hierro puede causar el SPI, por lo que es beneficioso hacerse un perfil de hierro si tiene SPI”, afirma el Dr. Haq. “Si tiene concentraciones bajas en las pruebas, la suplementación con hierro puede curar el problema”.
Frenar el consumo de cafeína, alcohol y nicotina, sobre todo cerca de la hora de acostarse, también puede ayudar a frenar los síntomas. Además, la Fundación Nacional del Sueño afirma que puede ser beneficioso acostarse a una hora habitual en un dormitorio cómodo que favorezca el sueño. Hacer ejercicio a primera hora del día, recibir masajes y tomar baños calientes puede reducir los síntomas del SPI y favorecer un sueño reparador.
Los medicamentos también pueden aliviar los síntomas de algunas personas con SPI. No obstante, el Dr. Haq recomienda controlar los síntomas con estrategias de cuidado personal cuando sea posible.
“El tratamiento es razonable siempre que los síntomas sean molestos, aunque es importante descartar primero una deficiencia de hierro en particular. Es mejor no ocultar un problema médico que podría requerir atención”.
Wyatt Myers es escritor colaborador de UMiami Health News.
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Tags: Dr. Ihtsham Haq, interrupción del sueño, neurología, síndrome de las piernas inquietas, trastorno del sueño, trastornos del movimiento