¿Puedes realmente acelerar tu metabolismo?
Bebe café. Cena temprano. Reduce los carbohidratos. Quítate la modorra y comienza la mañana haciendo ejercicio. Toma este suplemento y esta vitamina.
Existen infinidad de consejos acerca de las maneras en que tú puedes acelerar tu metabolismo. Para ser precisos, industrias completas han surgido de la nada para brindar información sobre cómo podemos engañar a nuestros cuerpos para quemar más calorías de manera más rápida.
Sin embargo, esta es la triste realidad: hagas lo que hagas, probablemente tendrá poco efecto en tu velocidad metabólica.
“No hay muchas investigaciones que respalden la información que existe”, asegura el Dr. Rajesh K. Garg, un endocrinólogo de University of Miami Health System. “Claro que existen algunas asociaciones positivas con determinados comportamientos, pero no son lo suficientemente sólidas”.
Dicho de otra manera, no esperes milagros. Tu metabolismo no es algo que puedas encender o acelerar como si se tratara del motor de un automóvil.
La manera en que el cuerpo transforma los alimentos en energía depende principalmente de tus genes. Culpa a tus padres si subes de peso simplemente al contemplar un pastelillo mientras tu mejor amiga se devora dos buñuelos sin observar grandes cambios en la báscula que tiene en el baño.
Garg añade, “la ‘genética’ es el factor fundamental. Algunas personas simplemente metabolizan los alimentos más rápidamente. Otras, demoran más tiempo en quemar las calorías”.
Como si fuera poco, muchas de las elecciones que realizamos en cuanto a nuestro estilo de vida repercuten en la velocidad metabólica, por lo que modificar solamente una (hacer ejercicio o dormir las siete u ocho horas recomendadas) no ayudará a que adelgaces repentinamente.
Garg explica, “No es tan simple como una ecuación porque no se trata solamente de un factor”.
Sé optimista. Si bien no puedes modificar tus genes o alimentarte sin preocuparte, las prácticas ofrecidas para acelerar el metabolismo son realmente buenas. Echaremos un vistazo a los hábitos de salud que, si bien no aceleran tu velocidad metabólica, al menos te ayudarán a sentirte mejor:
- Dormir ayuda a que el metabolismo se mantenga estable; mientras que dormir poco o mal hace tiempo que se asocia con el aumento de peso. Un estudio presentado en el encuentro nacional de 2015 de la Endocrine Society descubrió que hasta 30 minutos menos de sueño por noche pueden aumentar el riesgo de padecer obesidad y diabetes. Además, cuando no puedes dormir, el cuerpo produce más cortisol, la hormona del estrés, que hace que tengas hambre. También es muy probable que elijas alimentos con un alto nivel de grasa y de carbohidratos.
Sin embargo, esto no significa que, “dormir más se traduce en disminución de peso”, previene Garg. Ojalá tuviéramos esa suerte.
- Realizar ejercicio te ayuda de numerosas maneras, pero eso solo no te ayudará a quemar calorías. Garg añade, “Debes realizar ejercicio durante tres o cuatro horas para notar un cambio significativo”. Si tienes alguna duda, observa el contador de calorías en la bicicleta elíptica la próxima vez que estés en el gimnasio. Puede que una hora de ejercicio perdone solamente dos galletas con trozos de chocolate.
- Las dietas estrictas no son buenas. De hecho, tendrán un efecto opuesto a tu objetivo de adelgazar. Cuando no comes lo suficiente, el cuerpo se frena; realiza más actividad con menos calorías. “Es por ese motivo que es más difícil bajar los últimos kilos cuando haces dieta”, Garg explica. “Tu cuerpo se hace más eficiente”.
En cambio, céntrate en comer alimentos bien balanceados, especialmente vegetales y frutas.
También aumenta la cantidad de alimentos con proteína magra. Algunos estudios no muy significativos han demostrado que consumir proteína ayuda a que te sientas saciado.
- Permanecer hidratado puede ayudar a que adelgaces, pero no necesariamente de la manera en que te lo imaginas. Escoger ingerir demasiada agua en lugar de una bebida dulce inmediatamente reduce la ingesta de calorías. Y beber agua antes de comer también te sacia más rápidamente, por lo que puede que no llegues a un segundo plato.
- El estrés crónico no solo es malo para tu cintura, sino para casi todas las funciones corporales. Cuando nos estresamos, liberamos cortisol — ¿recuerdas que lo vimos en la falta de sueño? — lo cual aumenta repentinamente tu apetito, en especial por alimentos estimulantes y altos en calorías. Un estudio realizado en 2014 en el estado de Ohio también descubrió que el estrés puede hacer que se quemen menos calorías. Un grupo de investigadores demostró que las mujeres con mayor nivel de estrés tenían altos niveles de insulina, lo cual eventualmente hace que el cuerpo almacene más grasa.
- Determinados medicamentos, como los antidepresivos, algunos antipsicóticos y fármacos que desaceleran la frecuencia cardíaca, pueden afectar el metabolismo. Si percibes un aumento de peso al ingerir un medicamento recetado, consulta con tu médico para determinar si puedes tomar otro.
Advertencia: No existen pruebas que indiquen que la terapia de reemplazo hormonal, utilizada para apaliar los síntomas de la menopausia, ayude a subir o bajar kilos. Sin embargo, recuerda que necesitamos comer menos a medida que envejecemos.
Si estás realmente comprometido a quemar calorías y mantener un buen estado físico, Garg sugiere ser realista. “No desperdicies dinero en dietas especiales o de moda ni en suplementos”. Por el contrario, opta por un estilo de vida que incluya ejercicio diario, alimentos saludables, descanso suficiente y poco estrés. Al fin y al cabo, se trata de consumir menos calorías de las que gastas (y en aceptar tu herencia genética).
Garg dice, “Algunas personas solamente tienen que trabajar más para permanecer delgadas”.
¡Qué disparate!
In Their Words
Ana Veciana-Suarez, colaboradora invitada
Ana es una colaboradora habitual de University of Miami Health System. Es una autora y periodista reconocida, que trabajó en The Miami Herald, The Miami News y The Palm Beach Post. Visite su sitio web anavecianasuarez.com o sígala en Twitter a través de @AnaVeciana.